Perdónate. Las bendiciones que buscas vendrán después.

El perdón.
A algunas personas les resulta muy difícil pedirlo. A otras les resulta increíblemente difícil darlo. Pero donde el perdón realmente cuenta más, es dentro de tu propia alma.
Perdónate;
Por cualquiera de tus errores.
Por no estar donde quieres estar.
Por todas las veces que te caíste cuando pensabas que volarías.
Por ser duro/a contigo.
Por confiar en las promesas falsas o vacías de otros.
Por ignorar tu intuición.
Por dejar que la gente pisotee tu confianza.
Por no creer en ti.
Por no creer en el amor.
Por ser leal a quien solo te fue leal mientras le fueras útil.
Por dejarte enredar en cualquier situación que te hiciera daño.
Por no ver las cosas claras antes.
Suéltalo todo. Date la paz que buscas. Eres la única persona que lo puede hacer de verdad. Escríbete una carta de perdón por esas cosas o cualquier otra. Al otro lado del perdón están las bendiciones que pides.
Pero nunca sientas que tienes que perdonarte por el amor puro que le diste a alguien, incluso si no te trataron bien. Por que alguna parte de ellos lo necesitaba, algo de tu amor sí les ayudó, lo reconocieran o no. Para esto, no necesitas perdón. Esto es simplemente tu divinidad en acción. El amoraverdadero, da sin expectativas. Confiar, fielmente, en que cada acto de amor llega al corazón de alguien, esté dispuesto a recibirlo o no. Todo lo que aprendas al ofrecer amor, se llama experiencia y sabiduría del corazón. Y esto fortalece un corazón puro.
Pues es al dar que recibimos.

«Oh Señor, hazme instrumento de tú paz.
Donde hay odio, que yo lleve el Amor.
Donde hay ofensa, que yo lleve el Perdón.
Donde hay discordia, que yo lleve la Unión.
Donde hay duda, que yo lleve la Fé.
Donde hay error, que yo lleve la Verdad.
Donde hay desesperación, que yo lleve la Esperanza.
Donde hay tristeza, que yo lleve la Alegría.
Donde están las tinieblas, que yo lleve la Luz.
Oh Maestro, haced que yo no busque tanto:
Ser consolado, sino consolar.
Ser comprendido, sino comprender.
Ser amado, sino amar.
Porque:
Es dando, que se recibe.
Perdonando, que se es perdonado
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.»
– Oración de San Francisco